El proyecto nace de la búsqueda de crear un escenario para la belleza. El diseño del espacio actúa como telón de fondo para los peinados y las sesiones de cuidado personal. Se ha optado por un lenguaje minimalista en el que solo intervienen tres materiales: hormigón, madera y vidrio. Los colores proceden de los productos, utensilios y coloraciones que forman parte del día a día de la peluquería, aportando vitalidad y contraste al conjunto.
Todo el mobiliario fijo ha sido diseñado a medida. Con el objetivo de lograr la máxima continuidad espacial, los distintos elementos se conciben suspendidos del techo, lo que implicó repensar cada pieza típica de una peluquería. Los espejos de cuerpo entero toman como referencia los utilizados en el mundo de la moda. El banco de espera se extiende de forma continua entre el interior y el exterior, manteniéndose igualmente suspendido. El guardarropa se presenta visto y flotante, al igual que las estanterías, concebidas con una estética minimalista. Los lavacabezas se orientan hacia un tragaluz que abre la vista al cielo, generando una experiencia relajante y luminosa.
El resultado es un espacio ligero, coherente y cuidadosamente diseñado para que la belleza sea siempre la protagonista.



